Arsenal Campeón Sudamericano 2007
Corrían los minutos y, tras un gol de vestuario por parte del América, la situación no lograba revertirse. No es que el equipo jugaba mal, sino que la pelota “no quería entrar”. Siendo Ochoa el arquero visitante y la figura del partido era en vano que Arsenal inclinara la cancha como lo estaba haciendo. Sumémosle a esta situación que “Caldera” había reventado los palos en 2 oportunidades. El primer tiempo se fue y, a pesar que con este resultado el título era para el equipo argentino, dejó algo de inquietud. El local nunca se había desesperado sin embargo, pero tras no lograr el merecido empate, existía una diferencia mínima para que la copa cambiase repentinamente de dueño.
Reanudado el encuentro, “Arse” fue el único protagonista. El América sólo se limitó a contragolpear con muy poca agresividad. Pero, cuando el equipo de Sarandí menos lo merecía, recibió una segunda bofetada y el cilindro de Avellaneda se enmudeció.
Desde ese momento, empezó otro partido. Atrás quedaron la tranquilidad y orden que venían predominando. Con toda la garra, el empujé y el corazón, había que anotar un gol, sea como sea!.
El DT Gustavo Alfaro lucía preocupado y, quizás para disimular, pedía tranquilidad a todo su plantel. Sin mucha meditación, metió un cambio decisivo: Martín Andrizzi entró al campo de juego y cambió la historia. En el minuto 38, mediante una corajeada en el área, forcejeó con varios rivales y cruzó la pelota haciéndola llegar hasta el fondo de la red. Mucho más que emotivo se planteaba el escenario ahora. Había pasado de ser angustiante a gloriosamente eufórico.
Tras el pitazo final, Arsenal, con apenas 50 años de vida institucional y deportiva, se transformó en el mejor equipo de Sudamérica. Por primera vez llevó 20.000 espectadores a un estadio. Por primera vez, logró un título internacional. Y por primera vez, entró en la historia grande, y lo hizo para quedarse por siempre.
Corrían los minutos y, tras un gol de vestuario por parte del América, la situación no lograba revertirse. No es que el equipo jugaba mal, sino que la pelota “no quería entrar”. Siendo Ochoa el arquero visitante y la figura del partido era en vano que Arsenal inclinara la cancha como lo estaba haciendo. Sumémosle a esta situación que “Caldera” había reventado los palos en 2 oportunidades. El primer tiempo se fue y, a pesar que con este resultado el título era para el equipo argentino, dejó algo de inquietud. El local nunca se había desesperado sin embargo, pero tras no lograr el merecido empate, existía una diferencia mínima para que la copa cambiase repentinamente de dueño.
Reanudado el encuentro, “Arse” fue el único protagonista. El América sólo se limitó a contragolpear con muy poca agresividad. Pero, cuando el equipo de Sarandí menos lo merecía, recibió una segunda bofetada y el cilindro de Avellaneda se enmudeció.
Desde ese momento, empezó otro partido. Atrás quedaron la tranquilidad y orden que venían predominando. Con toda la garra, el empujé y el corazón, había que anotar un gol, sea como sea!.
El DT Gustavo Alfaro lucía preocupado y, quizás para disimular, pedía tranquilidad a todo su plantel. Sin mucha meditación, metió un cambio decisivo: Martín Andrizzi entró al campo de juego y cambió la historia. En el minuto 38, mediante una corajeada en el área, forcejeó con varios rivales y cruzó la pelota haciéndola llegar hasta el fondo de la red. Mucho más que emotivo se planteaba el escenario ahora. Había pasado de ser angustiante a gloriosamente eufórico.
Tras el pitazo final, Arsenal, con apenas 50 años de vida institucional y deportiva, se transformó en el mejor equipo de Sudamérica. Por primera vez llevó 20.000 espectadores a un estadio. Por primera vez, logró un título internacional. Y por primera vez, entró en la historia grande, y lo hizo para quedarse por siempre.
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