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marzo 16, 2008

Rolling Stone, al 100%

Transcribo algunas líneas del Anuario RS2007.

¡Sexo! ¡Aspirinetas! ¡Rocanrolnnn! Rolling Stone se sumergió una semana en la vida al límite del hombre que llegó para cumplir el mandato de Billy Bond y, literalmente, rompió todo.

Hacía tiempo que el rock no engendraba un enigma tan poderoso. ¿Héroe o fraude? ¿Visionario o paracaidista? ¿Dios eléctrico o pelotudo a cuerda? Como sea, no caben dudas de que estamos frente al artista del año del rock argentino. Un hombre que, en sólo seis meses, grabó tres discos inclasificables y llenó estadios a fuerza de actitud, carisma, desmanes, ringtones y un decisivo concurso de tapitas (cómo olvidar a las chicas del Sagrado Corazón, ganadoras del sorteo del Hesperidina Rock Festival, yendo desnudas al meet & greet con su ídolo). Tan limitado como un chimpancé hipoacúsico, Pomelo siempre supo que la música no es más que un escollo en el camino a la fama, del mismo modo en que un show es un problema a resolver en el camino al catering. Pomelo entendió ese precepto desde su más salvaje infancia, cuando, disfrazado de mulato vendedor de empanadas, saboteó un acto escolar del 25 de Mayo con una versión zarpada y atonal de “A Hard Day’s Night”, mientras desenfundaba su pequeño sexo frente al borrego que discurseaba en el rol de Castelli. El primer gran golpe de un auténtico iconoclasta. El más grande que se recuerde.Prófugo de su propia leyenda, Pomelo se mueve por la ciudad con la libertad de un situacionista, sin tiempo y sin memoria. Entre hoteles destrozados, vírgenes desfloradas y sustancias peligrosas (que van de los hongos alucinógenos a la pasta dental).



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marzo 08, 2008

La censura no existe

No es novedad que quienes se jactan de, supuestamente, ser partidarios de actitudes e ideas determinadas, sean los primeros en proceder de manera inversa a lo que sostienen. Se entiende esa contradicción, pues si en verdad fuesen entusiastas, no necesitarían refrendarlo con tanta demagogia y persistencia.

Dudemos, entonces, de aquellos que exponen y afirman fehacientemente sus pensamientos y cultos. En primer lugar, porque encubren hipocresía. En segundo, porque se trata de seres volubles. Y en tercero, porque siempre terminan refugiándose en la cobardía del carcajeo y las ironías.

Manifestar aquello que pensamos o creemos forma parte de nuestra identidad. Pero, para estos payasos y oportunistas, las opiniones solamente tienen valor si es que son similares a las suyas. De no ser así, proceden a la descalificación.

Por eso, si te censuran, repremien, prohíben, etc., van a fallar en el intento. Por más que quieran es difícil que lo logren. ¿Por qué? Porque siempre hay métodos y caminos para superarlos y evadirlos. ¿Cuáles? La inteligencia, el diálogo, las palabras precisas, las persuasiones, la no agresividad, etc.

Este post, que parece abstracto, está concretamente dirigido a los soberbios y comerciantes que recortan, editan, borran, desprecian y desacreditan las opiniones que son opuestas a vuestros intereses; y lo hacen por motivos que no voy a mencionar debido a que, de hacerlo, estaría contribuyendo a lo que me opongo.

La pelota no se mancha!

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marzo 02, 2008

180 veces Paleeeeeermo

La polémica acerca de que si Martín Palermo alcanzó a Francisco Varallo en los goles anotados para el equipo xeneise o si es que para lograrlo aún le faltan otros 14, me tiene sin cuidado. No tuve la suerte de ver jugar al artillero que, con sus 98 años, está aún en boca de toda la esfera boquense. En cambio, sí la tuve/tengo con “el Titán”. Por tal motivo, no puedo realizar comparación alguna, pero sí deleitarme con los 180 gritos que el platense me hizo dar.

Los bosteros somos los únicos que podemos percibir plenamente el significado de poseerlo. Palermo es diferente. Su personalidad es distinta, su presencia, la manera en que sale a la cancha, su empuje, sus goles, sus festejos, sus rachas, etc. No es casualidad que se halla adueñado del brazalete de capitán. Con su experiencia y olfato goleador, capaz de cambiar la historia en segundos, logró conquistar nuestro corazón y, según se evidencia, el romance continuará.

Se le recrimina lentitud, poca habilidad, escaso dominio del balón, torpeza para correr, sus históricos 3 penales errados para la selección argentina en un mismo partido, etc. Se entiende, pues aquellos que hacen tales comentarios son los mismos que no tienen la más mínima idea respecto de lo expresado en el párrafo anterior, y los mismos que no mencionan que es capaz de hacer 4 goles en un mismo partido. “El Loco” es el último goleador de raza del futbol local.

Por lo tanto, así como Juan Román Riquelme, Guillermo Barros Schelotto y Carlos Téves, entre otros, son los ídolos contemporáneos del Club de la Rivera, “Martincito” también tiene el privilegio de serlo, ocupando un lugar muy especial.

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